tu mirada, pura magia;
como arma: tus palabras.
Tus mordiscos, como huella,
tus caricias, como sueños;
como juego: tu pícara lengua.
En mis “papos” tu deseo,
en tus comisuras mi sendero,
en nuestra nariz la frontera,
entre razón y corazón.
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¿Por qué de repente,
tan pronto, me sorprendo
echando de menos tus besos?
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¿Por qué de repente,
tan pronto, me sorprendo
echando de menos tus besos?