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lunes

Quiero... Te quiero...

Quiero estar contigo, para qué engañarme. Necesitaba estos contrastes en tu demostración de afecto, quizá para darme cuenta de la magnitud que puede tener lo reprimido hasta el momento y las consecuencias de perder, de algún modo, algo que asumí como imposible de alcanzar; algo intenso ya hecho realidad, que en mitad de proceso de asimilación, toca abortar.

Quiero seguir conociéndote y disfrutando de ti, sintiendo el calor de cada suave caricia de tus manos y tus labios sobre mi piel. Quiero además seguir percibiendo en mi cuello el aliento de tu respiración.

Quiero seguir escudriñando tu inquieta mente, que incesante te mece en aguas turbulentas de inseguridad, que llevan a cuestionarte a ti mismo y a derivar en sentimientos contradictorios.

Quiero mantener viva la esperanza y la ilusión en mí, lejos del desamor.

Quiero seguir soñando y sintiéndome niña a tu lado, y a la vez capaz de conquistar el mundo como co-responsable de promover cambios en él.

Quiero compartir, reír, contrastar, comprender, dormir, besar, gritar, emocionarme, dar rienda a mil locuras y millones de cosas más, en tu compañía, porque eres tan especial como me lo haces sentir a mí y juntos potenciamos nuestras cualidades y aprendemos a reconocer los propios defectos y a aceptar los del otro; dejar atrás el pasado y centrarnos en el aquí y ahora; mostrarnos sin temores, derribando protecciones; relativizar y abrir la mente; acercarnos a la esencia y la naturaleza de lo que nos une al resto del universo.

Quiero, en definitiva, dedicarte mis pensamientos más profundos, y entregarte poco a poco, con prudencia, mi corazón, paciente y decidido.


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