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viernes

Evolucion: conquista interior

Quiero devorar el mundo, 
pedacito de cielo,
paladear su sustancia
y no mirar atrás.

Quiero colorear tu mirada,
dibujarte sonrisas púrpura,
que subamos a una nube
y no descendamos de ella jamás.

Tiéndeme tu mano,
que yo la agarraré bien fuerte,
para que no temas,
para sentir tu apoyo y cercanía. 

Bésame en la frente,
que yo cerraré los ojos 
para que un escalofrío persiga 
de punta a punta mi espalda,
como la yema de mis dedos 
recorren tu nariz, 
callan tus labios, 
y estremecen tu piel con caricias 
hasta erizarte el vello.

Quiero vivir cada segundo a tu lado,
derretir el fuego,
calmar la sed de océanos,
ponerlo todo del revés.
Gritar siendo mi voz el silencio,
dormir sabiendo cierta 
la realidad de mis sueños,
concretado alguno en encontrarte, 
allá desde donde me pienses e imagines.

Compartiendo contigo  
cada raíz tallada de nuestro ser,
siendo espejos el uno para el otro,
maestros de alfarería 
en el proceso de aprendizaje que es la vida, 
moldeándose hacia la perfección,
amoldándose mutuamente 
a las supuestas imperfecciones constreñidas  
a un posible o subjetivo cambio progresista.

Dónde estarás ahora, 
me pregunto, 
qué estarás haciendo…
Me gustaría poder observarte a escondidas 
y darte pistas con sutiles susurros 
sobre mi paradero,
pero no querría alterar 
el orden natural de los acontecimientos.

Puro amor, 
pura luz… 
Omnipresente, 
Omnipotente…:
Envuélveme con tu manto rosado y tu azul protector.
Transpórtame a su eterno presente 
por el ligero sendero transmutador, 
canal violeta que procuran mi fe 
y mis dorados pensamientos.

Flota mi conciencia hasta elevarse 
y hacerme sentir equiparada al paraíso, 
más que eso, 
nadando en ese inmenso mar de energía 
en el que soy una gota electromagnética, 
con él unificada, 
y guiada por la multitud de otras tantas, 
de calidad variada, 
según su bagaje experimental.

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