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domingo

Una esencia aferrada al misterio

Perdóneme usted la vida
si en algo le ofendí,
pues no era mi intención intimidarle
y hacerle sentir desnudo ante mí.

No huya y después finja
que nada ocurrió.
Simplemente admita
que no le agradó
lo que sugerí y leyó.

Demasiado conocimiento
en tan poco tiempo.
Sorprendido quedó
de que le alcanzara
y arrojara luz bajo el umbral
que fervoroso reservaba,
exclusivamente y apenas 
para ser dilucidado 
por su propio ser.

Por qué teme
mostrar sus cartas,
si de nada insté petición.
Baje la guardia,
que comentarios sin malicia
realicé en mi “declaración”.

Si algún día reflexiona
y ve en esto veracidad,
contacte conmigo
y habrá regresado
a nuestra inicial realidad.

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